SIDDHARTHA GAUTAMA BUDA
566 ac - 486 ac
Dr. C. George Boeree
Traducción: José
Silvestre Montesinos
Biografía
Había un pequeño
país en lo que en la actualidad es el Sur de Nepal que estaba
gobernado por el clan de los Shakyas. La cabeza de este clan y rey de
este país se llamaba Shuddodana Gautama.
Su esposa, Mahamaya, estaba
esperando a su primer hijo. En la pequeña ciudad de Lumbini,
pidió a sus doncellas que la llevaran a un tranquilo bosquecillo
en busca de intimidad, donde dio a luz a un niño. Le puso por
nombre Siddhartha, que significa "aquel que ha logrado sus metas". Por
desgracia, Mahamaya murió solo siete días tras el parto.
Su hermana, la bondadosa Mahaprajapati, fue la que se hizo cargo del
cuidado de Siddhartha desde entonces.
Cuando le llegó el momento de
casarse, tomó la mano de Yashodhara y ambos contrajeron
matrimonio a los 16 años de edad.
Siddhartha estaba siempre en uno u
otro de sus tres palacios, y se le impedía experimentar muchas
de las cosas que serían corrientes para un chico de su edad. No
se le permitía ver a los viejos, a los enfermos, a los muertos,
o a cualquiera que se dedicara a la práctica religiosa.
Siddhartha empezó poco a poco a sentirse inquieto y
curioso acerca del mundo que se escondía más allá
de los muros de palacio y finalmente pidió que se le permitiera
ver su pueblo y sus tierras.
El rey lo arregló todo
cuidadosamente para que no pudiera ver el tipo de sufrimiento que
temía pudiera llevarle a abrazar la vida religiosa. Pero,
inevitablemente, vio gente vieja, enferma e incluso muerta. Le
preguntó a su amigo y escudero Chandaka el significado de todas
estas cosas, y Chandaka le informó de las simples verdades que
Siddhartha ya debería saber: que todos envejecemos, enfermamos
y, finalmente, morimos.
Siddhartha también vio a un
asceta, un monje que había renunciado a todos los placeres de la
carne. La serena mirada en el rostro del monje permanecería en
el recuerdo de Siddhartha durante mucho tiempo. Más tarde,
diría, refiriéndose a esa época:
Cuando la gente
ignorante ve a alguien viejo, se disgustan y horrorizan, aunque ellos
también serán viejos algún día. Yo
pensé: no quiero ser como la gente ignorante. Después de
aquello, no pude volver a sentir la embriaguez de la juventud de nuevo.
Cuando la gente
ignorante ve a alguien enfermo, se disgustan y horrorizan, aunque ellos
también estarán enfermos algún día. Yo
pensé: no quiero ser como la gente ignorante. Después de
aquello, no pude volver a sentir la embriaguez de la salud de nuevo.
Cuando la gente
ignorante ve a alguien muerto, se disgustan y horrorizan, aunque ellos
también morirán algún día. Yo pensé:
no quiero ser como la gente ignorante. Después de aquello, no
pude volver a sentir la embriaguez de la vida de nuevo.
A los 29 años, Siddhartha se
dio cuenta que no podría ser feliz viviendo de la forma en que
lo había hecho hasta entonces. Quería más que nada
descubrir cómo alguien podría superar el sufrimiento.
Después de dar un beso de despedida a su mujer mientras
dormía y a su hijo recién nacido Rahula, se
escabulló del palacio y penetró en los bosques del Norte
de la India.
Empezó a practicar entonces
la austeridad y las automortificaciones junto a un grupo de cinco
ascetas. Durante seis años, practicó. La sinceridad y la
intensidad de su práctica eran tan sorprendentes que, muy
pronto, los cinco ascetas se convirtieron en seguidores de Siddhartha.
Pero las respuestas a sus preguntas no aparecían. Redobló
sus esfuerzos, rechazando el agua y la comida, hasta llegar a estar a
las puertas de la muerte.
Durante seis años
practicó la vida ascética, comiendo sólo lo que
encontraba en el suelo, bebiendo sólo agua de lluvia, vistiendo
tan solo un taparrabos. Cuando las respuestas que buscaba no llegaban,
lo intentaba con mayor esfuerzo. Pero Siddhartha se dio cuenta de que
estas prácticas extremas no le llevaban a ninguna parte, y que
de hecho sería mejor encontrar un punto medio entre una vida
llena de lujos y la automortificación.
A las afueras del pueblo de Bodh
Gaya, Siddhartha decidió que se sentaría bajo cierta
higuera todo el tiempo que hiciera falta hasta encontrar las respuestas
al problema del sufrimiento. Estuvo sentado durante muchos días,
primero en una profunda concentración para limpiar su mente de
todas las distracciones, luego en plena meditación, para abrirse
por completo a la verdad. En la luna llena de mayo, con la llegada del
lucero del alba, Siddhartha finalmente obtuvo la respuesta al problema
del sufrimiento y se convirtió en el Buda, que significa
"aquél que está despierto".
En el parque de los ciervos de
Sarnath, cerca de Benarés, a más de cien millas de Bodh
Gaya, dio su primer sermón, al que llamó "el arranque de
la rueda de la doctrina". En él explicó las Cuatro Nobles
Verdades y el Óctuple Sendero. El rey de Magadha, después
de escuchar las palabras de Buda, le cedió un monasterio para
que pudiera usarlo durante la temporada de lluvias. Ésta y otras
generosas donaciones permitieron a la comunidad de creyentes que
pudieran continuar su práctica a través de los
años, y le dio a mucha más gente la oportunidad de
escuchar las enseñanzas de Buda.
Su tía y su esposa le
pidieron entrar a formar parte del Sangha
o comunidad monástica, que originalmente estaba compuesta
sólo por hombres. La cultura de aquel tiempo situaba a las
mujeres claramente por debajo de los hombres en importancia, y en un
principio pareció que permitir a las mujeres entrar en la
comunidad debilitaría a ésta. Pero Buda las
aceptó, y su tía y su esposa se convirtieron en las
primeras monjas budistas.
Buda decía que no importaba
el estatus que las personas tuvieran en el mundo, ni su pasado, su
riqueza o su nacionalidad. Todos eran capaces de iluminarse, y todos
eran bienvenidos en el Sangha. El primer monje budista que fue
ordenado, Upali, había sido barbero, pero fue situado por encima
de otros que habían sido reyes, tan solo porque había
hecho sus votos antes que ellos.
Buda alcanzó la
iluminación a los 35 años de edad. Estuvo
enseñando el Dharma (el
camino) por todo el noroeste de la India durante 45 años. A los
80 años comió unos alimentos en mal estado y se puso muy
enfermo. Entró en una profunda meditación en un bosque y
murió. Sus últimas palabras fueron...
Todas las cosas
creadas son inestables;
esforzaros con
atención.
Poco tiempo después de la
muerte de Buda, 500 monjes se reunieron en el primer concilio en
Rajagrha, bajo el liderazgo de Kashyapa. Upali recitó el
código monástico (Vinaya)
tal como lo recordaba. Ananda, el primo de Buda, amigo y
discípulo favorito -¡y un hombre de una gran memoria!-
recitó las lecciones de Buda (los Sutras). Los monjes debatieron sobre
algunos detalles y votaron las versiones finales de éstos.
Entonces se las hicieron aprender de memoria a otros monjes, para que
pudieran ser traducidas en las muchas lenguas de las llanuras de la
India. Hay que hacer notar que el Budismo se mantuvo como una
tradición oral durante 200 años.
Pocos siglos después, la
unidad original del Budismo empezó a fragmentarse. La más
importante escisión tuvo lugar tras el segundo concilio, que
tuvo lugar en Vaishali cien años después del primero.
Después de los debates entre un grupo más liberal y otro
más tradicionalista, el grupo liberal abandonó el lugar
designándose asimismo como los Mahasangha -"el gran sangha"-.
Este grupo evolucionaría hasta convertirse en la
tradición Mahayana del
Norte de Asia. Los tradicionalistas serían conocidos más
tarde como los Theravada o "el
viejo camino", desarrollando su influencia en Sri Lanka y la mayor
parte del sudeste asiático.
Teoría
El Budismo es una filosofía
empírica. Buda tenía muy claro que la verdad de una
filosofía había que juzgarla por sus consecuencias. En el
Kalama Sutra, lo decía muy claramente:
Es correcto que
vosotros... dudéis, vaciléis... No aceptéis lo que
ha sido adquirido a fuerza de oírlo repetidamente; ni lo que la
tradición dice, ni el rumor, ni lo que está en las
escrituras, ni lo que se supone que es cierto, ni lo que dicen los
axiomas, ni los razonamientos engañosamente brillantes, ni
porque tengáis propensión hacia una idea que provenga del
pasado, ni lo que depende de la aparente capacidad de otros, ni porque
penséis: "el monje es nuestro maestro"...
¿Vosotros
que pensáis? La avaricia en la vida de un hombre, ¿le
beneficia o le perjudica? El odio en la vida de un hombre ¿le
beneficia o le perjudica? El engaño en la vida de un hombre
¿le beneficia o le perjudica?... Si un hombre tiene
propensión a la avaricia, al odio, y al engaño y es
finalmente poseído y derrotado mentalmente por la avaricia, el
odio y el engaño, este hombre asesina, roba, comete adulterio y
miente. De hecho, si incita a otro hombre a actuar de igual modo,
¿cuánto creéis que tardará este otro en
sufrir y penar?...
... cuando
sepáis por vosotros mismos: "Estas cosas son malas, estas cosas
son censurables, estas cosas son rechazadas por el sentido
común, si las hacemos y observamos conducen al dolor y a la
maldad", entonces abandonarlas.
El Budismo es también una
filosofía que está alejada de cualquier
consideración teológica. Buda, de hecho, rehusaba
contestar preguntas que tuvieran que ver con la eternidad y la vida en
el más allá. De nuevo en el Kalama Sutra, destaca
cómo su filosofía puede ayudarnos cualesquiera sean
nuestras creencias sobre la eternidad:
El
discípulo... que tiene una mente libre de odios, libre de
maldad, una mente limpia y pura, es alguien que puede encontrar cuatro
consuelos aquí y ahora:
Supongamos que
existe la otra vida y allí se otorga recompensa por las acciones
buenas o malas. Entonces es posible que tras la desaparición del
cuerpo tras la muerte, despierte en los cielos en un estado de
bienaventuranza. Éste es el primer consuelo...
Supongamos que
no hay vida en el más allá y que no hay fruto, no hay
recompensa, de las acciones buenas o malas. De todos modos, en este
mundo, aquí y ahora, me mantengo libre de odio, de malicia, sano
y salvo, y feliz. Éste es el segundo consuelo...
Supongamos que
el que realiza malas acciones es castigado por ello. Yo, en cualquier
caso, pienso en no dañar a nadie. Por tanto, ¿cómo
puedo ser castigado si no cometo malas acciones? Éste es el
tercer consuelo...
Supongamos que
el que comete malas acciones no es castigado. Entonces yo me siento
purificado en cualquier caso. Éste es el cuarto consuelo...
La estructura de
la mente
Los Budistas describen a la persona
como un compuesto de cinco skandhas
("agregados"):
1. El cuerpo (rupa), incluyendo los órganos
de los sentidos.
2. Sensaciones
y sentimientos (vedana),
fruto del contacto entre los órganos de los sentidos y los
objetos.
3. Percepciones
e ideas (samjña),
que se manifiestan especialmente en nuestra habilidad para reconocer
cosas e ideas.
4. Actos
mentales (samskara),
especialmente la voluntad y la atención.
5. Conciencia
(vijñana).
Los últimos cuatro son
llamados naman, nombre,
refiriéndose a la mente. Namarupa
(forma de nombre) es por tanto el término budista para designar
a la persona, mental y física, que es en cualquier caso anatman,
sin alma o esencia.
El Budismo también diferencia
entre seis "campos" (ayatana)
para los cinco skandhas: vista, oído, olfato, gusto, tacto y
mente, así como los objetos de estos seis sentidos.
El Budismo Mahayana añade
alaya-vijñana, la conciencia "almacén", a los skandhas.
Ésta es similar a la idea de Jung del inconsciente colectivo. Lo
que se almacena allí es llamado bijas o semillas, que son
tendencias innatas a percibir el mundo de un cierto modo y que
provienen de nuestra historia kármica. Estas se combinan con
manas o ego para formar esa ilusión que es la existencia
ordinaria. Si apaciguamos este ego y nos hacemos más
autocentrados, nuestra mente se da cuenta de la "vacuidad" (sunyata) de
todas las cosas. Entonces alcanzamos la paz.
Las cuatro nobles
verdades
Las cuatro nobles verdades suenan
como la base de cualquier teoría con raíces
terapéuticas:
1. La
vida es sufrimiento. La vida está en última
instancia llena de sufrimiento, y puede decirse fácilmente que
el sufrimiento es un aspecto inevitable de la vida. Si tengo sentidos,
puedo sentir dolor; si tengo sentimientos, puedo sentir pena; si tengo
la capacidad de amar, tendré la capacidad de afligirme.
Así es la vida.
Duhkha,
la palabra en sánscrito para el sufrimiento, puede traducirse
también como estrés, angustia e imperfección. Buda
quería que entendiéramos el sufrimiento como una base
sobre la que mejorar.
Una clave para entender el
sufrimiento es entender anitya,
que significa que todas las cosas, incluyendo las vivientes, las que
amamos y nosotros, son inestables (no permanentes). Nuestra peculiar
posición de ser mortales y ser conscientes de ello es una gran
fuente de ansiedad, pero es también lo que concede a nuestras
vidas, y a las elecciones que hacemos en ellas, sentido. El tiempo se
convierte en importante solo si tenemos una cantidad limitada de
él. Hacer lo correcto y amar a alguien solo cobra sentido cuando
no tienes toda la eternidad para ello.
Otro concepto clave es anatman, que significa que todas las
cosas -incluso nosotros- no tenemos "alma" o alguna clase de sustancia
eterna. Sin sustancia, nada permanece, y nadie tiene una existencia
separada del resto. Todos estamos interconectados, no solo en nuestro
mundo humano, sino con el universo.
2. El
sufrimiento es debido al apego. Podríamos decir que al
menos gran parte del sufrimiento que experimentamos proviene de
nosotros mismos, de nuestro deseo de que el placer, la felicidad y el
amor duren para siempre y que el dolor, la pena y la angustia
desaparezcan por completo.
Esto no quiere decir que evitemos
todo placer, felicidad y amor. Ni que creamos que todo el sufrimiento
proviene únicamente de nosotros. Simplemente es innecesario, si
nos clavan una flecha, como dijo Buda, volver a clavárnosla de
nuevo.
Apego es una de las posibles
traducciones de la palabra trishna,
que también puede traducirse por sed, deseo, lujuria o capricho.
Cuando no llegamos a darnos cuenta de que todas las cosas son
imperfectas, inestables (no permanentes) e insustanciales, nos
abrazamos a ellas con la ilusión de que son perfectas,
permanentes y sustanciales y que, al abrazarnos a ellas, nosotros
también seremos perfectos, permanentes y sustanciales.
Nuestra falta de "esencia" o de una
estructura predeterminada, nuestra "vacuidad", nos conduce a anhelar la
calidad de la solidez. Somos, podría decirse, como un remolino
de aire que deseara ser una roca. Nos abrazamos a las cosas con la
esperanza de que ellas nos concedan un cierto "peso". Tratamos de
cambiar a las personas que amamos en objetos al pedirles que no
cambien, o tratamos de convertirlos en compañeros perfectos, sin
darnos cuenta de que una estatua, aunque viva para siempre, no tiene
amor para darnos. Intentamos ser inmortales, ya sea creyendo de forma
desesperada en los cuentos de hadas, o convirtiendo a nuestros hijos y
nuestros nietos en clones de nosotros mismos, o tratando de entrar en
los libros de historia o en los programas de TV. Incluso nos aferramos
a nuestras infelices vidas porque el miedo al cambio nos aterroriza.
Otro aspecto del apego es dvesha, que significa
evitación u odio. Para Buda, aborrecer algo era una forma de
apego tan fuerte como desearlo. Solo dando a las cosas que nos causan
dolor, permanencia y sustancia les damos el poder para hacernos
más daño. Cuando nos agitamos de miedo, no es por aquello
que pueda causarnos daño, sino por nuestros propios temores.
Las cosas más
terroríficas que hemos visto este siglo son los movimientos de
masas -los nazis, la guardia roja, el Ku Klux Klan, los grupos
terroristas, etc., etc. El pensamiento parece ser éste: si yo no
soy más que un soplo de aire, quizá uniéndome a
otros de mi clase ¡podré llegar a ser un huracán!
Más allá de esto están todos los movimientos
políticos, revolucionarios, religiosos, antirreligiosos y otros
que tan solo pretenden crear un estilo de moda. Y el odio es el
pegamento que los mantiene unidos.
Un tercer aspecto del apego es avidya, que significa ignorancia. En
un nivel, se refiere a la ignorancia de las Cuatro Nobles Verdades -no
comprender la verdad de la imperfección y esas cosas-. En un
nivel más profundo, también significa "no ver", por
ejemplo, no experimentar la realidad directamente, sino ver en su lugar
nuestra interpretación personal de ella. Más que eso,
¡solemos tomar nuestra interpretación de la realidad como
más real que la realidad misma!
En algunos sutras, Buda añade
un aspecto más del apego: ansiedad.
El miedo, como el odio, nos ata a las cosas que nos hacen daño.
3. El
sufrimiento puede ser extinguido. Al menos ese sufrimiento que
añadimos al inevitable sufrimiento de la vida puede ser
extinguido. O, si queremos ser más modestos en nuestros anhelos,
el sufrimiento puede ser disminuido.
Con décadas de
práctica, algunos monjes son capaces de trascender incluso el
simple y directo dolor físico. Yo no pienso, en cualquier caso,
que la gente común como nosotros en nuestras vidas corrientes
tengamos la oportunidad de dedicarnos durante décadas a una
práctica tan extrema. Para la mayoría de nosotros, la
terapia es una cuestión de disminuir la angustia mental más que de eliminar
todo tipo de dolor.
Nirvana
es el nombre tradicional para un estado del ser (o del no-ser, si lo
preferís así), en donde todo apego y por tanto todo
sufrimiento ha sido eliminado. Se traduce a menudo como "apagar", con
la idea de que eliminamos el self como cuando apagamos una vela. Otra
interpretación es que el nirvana es como apagar el fuego que
amenaza con consumirnos, o incluso llevarse el oxígeno que
mantiene el fuego ardiendo. Al "apagar" el apego, el odio, la
ignorancia, "apagamos" el sufrimiento innecesario. ¡Quizá
una forma más útil de traducir el término nirvana
es libertad!
4. Y
existe un camino para extinguir el sufrimiento. Esto es lo que
todos los terapeutas creen, cada uno a su manera. Buda le llamó
el Óctuple Sendero.
El Óctuple
Sendero
El Óctuple sendero es el
equivalente a un programa de terapia, pero uno tan general que se puede
aplicar a cualquiera. Las primeras dos partes del sendero se refieren a
prajña, que significa sabiduría:
1. Recta
visión: comprensión de las Cuatro Nobles Verdades,
especialmente que la naturaleza de todas las cosas es imperfecta,
inestable (no permanente), e insustancial y que nuestro sufrimiento
autoinducido está basado en el apego, el odio y la ignorancia.
2. Recto
anhelo: tener el verdadero deseo y la dedicación para
liberarse a uno mismo del apego, el odio y la ignorancia. La idea de
que la mejoría solo empieza cuando el paciente da el primer paso
en querer mejorar tiene aparentemente 2500 años de
antigüedad.
La terapia es algo que ni el
terapeuta ni el cliente hacen tumbándose cómodamente (si
se me permite el juego de palabras). El terapeuta debe tomar un papel
asertivo para ayudar al paciente a darse cuenta de la realidad de su
sufrimiento y sus raíces. Del mismo modo, el paciente debe tomar
un papel asertivo para trabajar en su mejoría, incluso aunque
esto suponga afrontar los miedos que ha tratado tanto tiempo de evitar,
y especialmente afrontando el miedo de que se "perderán" durante
el proceso.
Las siguientes tres partes del
sendero nos proveen de una detallada guía moral a modo de preceptos morales llamados sila:
3. Recto
lenguaje: se refiere a abstenerse de mentir, chismorrear e
insultar. El lenguaje pone a menudo de manifiesto nuestra ignorancia y
es el modo más común con el que herimos a otros. Los
modernos psicólogos enfatizan que lo más importante de
todo es dejar de mentirse a uno mismo. Pero el Budismo añade que
al practicar la sinceridad con los demás, uno encontrará
cada vez más difícil engañarse a sí mismo.
4. Recta
acción: portarse bien, absteniéndose de acciones
que hacen daño a otros como el asesinato, el robo y el sexo
irresponsable. Tradicionalmente, los Budistas hablan de los cinco
preceptos morales, que son...
- No dañar a otros
- No tomar lo que no es nuestro
- No hablar mal de los
demás
- No practicar el sexo
irresponsable
- No tomar drogas y alcohol
Un Budista comprometido
añadiría cinco más:
- Una comida sencilla al
día, antes del mediodía
- No practicar entretenimientos
frívolos
- No ser presumido
- Usar un lecho y asiento
sencillos
- No utilizar dinero
¡Los monjes y las monjas que
viven en las comunidades monásticas añaden alrededor de
100 reglas más!
5. Recto
modo de vida (sustento):
consiste en ganarse la vida de una forma honesta, sin hacer daño
a otros. Aquí hay algo de lo que no hablamos a menudo en nuestra
sociedad. Uno sólo puede maravillarse de cuánto
sufrimiento proviene de las ambiciosas, competitivas y deshonestas
carreras en las que a menudo participamos. Esto no significa en
absoluto que debamos de ser monjes: ¡Imaginemos todo el bien que
alguien puede hacer como un honesto, compasivo y trabajador hombre de
negocios, abogado o político!
Éste es un buen lugar para
presentar otro término asociado al Budismo: karma. Básicamente, el karma
se refiere a las buenas o malas acciones y a las consecuencias que de
éstas se generan. En algunas ramas del Budismo, el karma
está relacionado con el tipo de reencarnación que nos
aguarda. Pero otras ramas lo ven simplemente como los efectos negativos
(o positivos) que las acciones de cada uno tienen en su propia vida.
Más allá de los efectos que nuestras acciones
egoístas tienen en otros, por ejemplo, cada acto egoísta
"oscurece nuestra alma" y hace que la felicidad sea un poco más
difícil de alcanzar. Por otra parte, cada acto de bondad, como
dicen los gitanos, "vuelve a ti más de tres veces". Para decirlo
con sencillez, la virtud es su propia recompensa y el vicio su propio
infierno.
Las últimas tres partes del
sendero son las más famosas del Budismo, y tienen que ver con el
samadhi o meditación. Para unas
instrucciones simples, vayan a mi página meditación.
6. Recto
esfuerzo: es tomar el control de la mente y de los contenidos de
ésta. Una práctica simple y directa es lo único
que hace falta para desarrollar unos buenos hábitos mentales.
Cuando los malos pensamientos e impulsos hacen su aparición,
deben ser abandonados. Esto se consigue observando el pensamiento sin
apego, reconociéndolo tal como es (¡no negándolo o
reprimiéndolo!) y dejando que se disipe. Los pensamientos e
impulsos buenos, por otra parte, deben ser alentados y practicados.
Hacer de la virtud un hábito, como los estoicos solían
decir.
7. Recta
conciencia (vigilancia mental):
en este caso la conciencia se refiere a un tipo de meditación
que implique la aceptación de los pensamientos y las
percepciones, una "atención desnuda" a estos eventos sin ninguna
clase de apego. Esta clase de conciencia se extiende también a
la vida cotidiana. Se convierte por tanto en una forma de desarrollar
un mayor y más rica conciencia de la existencia y de refrenar
nuestra tendencia a caminar sonámbulos por la vida.
Uno de los preceptos morales
más importantes del Budismo es la evitación de todo
aquello que pueda disminuir o alterar nuestra conciencia, como por
ejemplo el alcohol o las drogas. Esto se debe a que cualquier cosa que
disminuye nuestra conciencia impide nuestro desarrollo como personas y
nos sumerge en una mayor ignorancia.
Pero hay otras cosas aparte de las
drogas que disminuyen la conciencia. Algunas personas intentan huir de
la vida sumergiéndose en la comida o la sexualidad. Otras
desaparecen en el trabajo, la vacía rutina o en rígidos
rituales autocreados. Otras, incluso, se sumergen en la
televisión y otros entretenimientos.
También podemos ahogar
nuestra conciencia con objetos materiales: coches rápidos, ropas
extravagantes y ese tipo de cosas. Ir de compras es en sí mismo
una forma de escapar de la vida. Lo peor de todo es la mezcla de
materialismo con entretenimiento. Mientras los monjes y monjas evitan
las diversiones frívolas y las posesiones lujosas, nosotros nos
rodeamos de publicidad, infocomerciales y programas enteros de
anuncios, como si fueran formas efectivas de "control del dolor".
8. Recta
concentración. Surge de meditar de modo en que vaciemos
nuestras naturalezas de apegos, evitaciones e ignorancia, para que
podamos aceptar la imperfección, inestabilidad (no permanencia)
e insustancialidad de la vida. Se suele considerar como el más
alto grado de meditación budista, y la práctica plena de
ella está bastante restringida a monjes y monjas que han
progresado considerablemente a lo largo del sendero.
Pero del mismo modo en que la
primera parte del sendero sirve de base a esta última,
también la parte final puede servir de apoyo a la primera. Por
ejemplo, un cierto grado de "calma permanente" (shamatha), una forma de
concentración, es esencial para desarrollar la recta conciencia,
y se enseña a todos los principiantes en meditación. En
esto consiste el llevar la cuenta de las respiraciones o la
recitación de mantras de la que mucha gente ha oído
hablar. Esta relajación de la mente es, de hecho, importante
para alcanzar la recta conciencia, el recto esfuerzo, y toda la
práctica moral, e incluso para el mantenimiento de la recta
visión y el recto anhelo. Creo que esta forma simple de
meditación es el mejor modo de comenzar para aquéllos que
sufren, aunque el resto del Óctuple Sendero es esencial si
queremos mejorar a largo plazo.
La mayoría de los terapeutas
lo saben: la ansiedad es la manifestación más
común del sufrimiento psicológico. Y cuando no es la
ansiedad, es la rabia no resuelta. Y cuando no es la rabia, es la
tristeza crónica. Estos tres síntomas pueden ser
reducidos a un nivel moderado por medio de la simple meditación.
La meditación no los eliminará (eso requeriría
sabiduría y moralidad, es decir, todo el programa entero) pero
proporcionará a la persona que sufre la oportunidad de llegar a
adquirir sabiduría, moralidad, etc.
Bodhisattvas
Los bodhisattvas son seres
iluminados que han elegido no abandonar el ciclo de nacimiento y
muerte, sino permanecer en el samsara
(esta existencia) hasta que puedan llevar consigo al nirvana a todas
las formas de vida. Se debe pensar en ellos como la versión
budista de los santos. En el Budismo del Norte creen que todos nosotros
deberíamos esforzarnos por llegar a ser Bodhisattvas.
¿Cómo podemos
diferenciar a los Bodhisattvas de los seres ordinarios? Ellos poseen
cuatro cualidades sobresalientes, llamadas el Brahma Vihara:
- Amor bondadoso a todas las
criaturas.
- Compasión hacia todos
los que sufren.
- Una alegría
benévola hacia los que están felices.
- Y ecuanimidad, una calma
completa.
En el Budismo del Norte, el
Bodhisattva ha alcanzado la "vacuidad", sunyata. Esto quiere decir que ha
trascendido la dualidad habitual de la mente. Tú y yo pensamos
en términos de "esto y aquello", "tú contra mí",
"nosotros y ellos", "o esto o lo otro", etc. La persona iluminada ve
todas las cosas armonizadas las unas con las otras, todos somos
humanos, todo es lo mismo. Estamos "vacíos".
En una forma del Budismo Zen, existe
la tradición de hacer a los jóvenes monjes y monjas
preguntas inusuales llamadas koans.
El principiante medita sobre el koan con la esperanza de trascender la
mente dualista. Estas preguntas están elaboradas para frustrar
nuestra forma habitual de pensar y percibir el universo. La más
famosa de ellas es "¿cuál es el sonido de una sola mano
dando palmadas?"
La pregunta carece de respuesta en
el sentido ordinario: cualquier sonido sería, por supuesto,
incorrecto, pero el silencio tampoco sería la respuesta, porque
una sola mano no solo es el silencio, es el Silencio más
allá del silencio. La dimensión que va desde el silencio
hasta el sonido no se puede aplicar a algo que no puede tener ninguna
de las dos cosas. Es como preguntar por el sabor del color azul o por
el olor de un acorde en Mi menor. Si usted quiere, podríamos
decir que la respuesta es el vacío.
La "respuesta" que el maestro
está buscando de sus alumnos es una indicación clara de
que han comprendido este "vacío". En la tradición Zen, se
cuentan historias acerca de cómo los monjes y monjas
respondieron correcta (o incorrectamente) a estas preguntas, historias
que se convirtieron en sí mismas en nuevos koans. Algunos de
estos alumnos respondieron golpeando a su maestro, marchándose,
poniendo sus zapatos sobre sus cabezas, citando dichos budistas, o
permaneciendo en silencio. A pesar de su aparente falta de sentido, sus
respuestas indican su comprensión.
Otro koan es "si hablas, te
golpearé; si no hablas, te golpearé". Quizá puedan
ver que no hay respuesta a este dilema, no hay salida. ¡Pero eso
significa que el dilema no existe! No hay "o esto o lo otro".
Serás golpeado. Es inevitable. Así que eso no es nada.
Eres totalmente libre de hacer lo que hubieras querido hacer si no
hubieras sido enfrentado al koan. El truco, claro está, es
mostrar esa libertad. ¡Eso no es tan fácil!
Los Budistas tienen la
expresión: "el nirvana es
samsara". Esto significa que la vida perfecta es esta vida.
Aunque se habla mucho de grandes visiones y de asombrosas iluminaciones
e incluso de sucesos paranormales, de lo que trata el Budismo realmente
es de volver a esta vida, tu verdadera y pequeña vida propia,
con una "nueva actitud". Siendo más tranquilos, más
conscientes, más morales, convirtiéndonos en personas que
han abandonado la envidia, la codicia, el odio y demás, personas
que entienden que nada es para siempre, que el dolor es el precio que
de buena gana pagamos por el amor... entonces esta vida deviene al
menos soportable. Dejamos de torturarnos y nos permitimos disfrutar lo
que hay para disfrutar. ¡Y hay mucho que disfrutar!
Los Budistas a menudo emplean el
término "práctica" para referirse a lo que hacen. Se
animan unos a otros a "continuar practicando". Nadie está
demasiado preocupado si no es perfecto, no esperan eso. Tan solo que
seas capaz de corregirte y practicar un poco más. Una buena base
para la terapia.
©Copyright 2004, C. George
Boeree. This webpage is made up of edited selections from
Introduction to Buddhism.
©Copyright of translation 2006, José Silvestre Montesinos.